Síntomas de la enfermedad
La insuficiencia hepática es una insuficiencia de las funciones hepáticas. Este cuadro clínico grave puede surgir en gatos por diferentes motivos y, por lo tanto, también se expresa por diferentes síntomas.
El hígado es un órgano metabólico central en el cuerpo de su gato. La insuficiencia hepática significa que el órgano ya no puede realizar sus funciones de desintoxicar la sangre y utilizar correctamente los nutrientes importantes de los alimentos. La insuficiencia hepática es una enfermedad grave y potencialmente mortal, cuyos síntomas debes conocer para poder ayudar a tu gato rápidamente en caso de duda.
Insuficiencia hepática: múltiples síntomas
Algunos síntomas que indican insuficiencia hepática son bastante confusos y también pueden aparecer en relación con otras enfermedades, como diarrea o falta de apetito. La enfermedad hepática en los gatos también puede opacar el pelaje y, a veces, se observa una fuerte sed. La apatía y el aumento de la salivación también se encuentran entre los síntomas de la enfermedad hepática.
Un síntoma específico de daño hepático severo que puede provocar insuficiencia hepática es la llamada ictericia o ictericia. Los ojos y la mucosa oral del gato se vuelven amarillos. Si el hígado está tan dañado que ya no puede transportar sustancias nocivas fuera del cuerpo, puede producirse un trastorno del sistema nervioso, el llamado síndrome hepatoencefálico. Se manifiesta a través de cambios en el comportamiento del gato, ansiedad, agresividad, temblores musculares, convulsiones y desorientación hasta la inconsciencia y estados comatosos.
Causas de insuficiencia hepática
La insuficiencia hepática puede ocurrir en el curso de otras enfermedades. Por ejemplo, los gatos con diabetes son propensos a sufrir daño hepático y los gatos con sobrepeso excesivo pueden desarrollar una degeneración grasa dañina de las células del hígado, conocida como lipidosis hepática. Las infecciones bacterianas o las enfermedades inflamatorias crónicas también pueden causar daño hepático severo. Las enfermedades infecciosas como la FIP también pueden provocar daños duraderos en el hígado.
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