Entrenamiento canino
En realidad, es natural no molestar a la otra persona. Sin embargo, a la gente se le sigue ocurriendo la idea de burlarse de los perros de una forma u otra. Ya sea directamente por ruido, tirones de cola o algo peor. O reteniendo tu juguete favorito. Una cosa es segura: los amigos de cuatro patas molestos pueden tener consecuencias aterradoras. Aquí puede leer cómo los niños también pueden aprender a este respecto.
Para algunos, es un pequeño deporte molestar a los perros con la mayor frecuencia y de forma sostenible posible. La mayoría de ellos simplemente se enojan sin pensar más en ello. O argumentan que el animal supuestamente se está divirtiendo haciéndolo. La experiencia demuestra: ocurre lo contrario. Los perros pueden desarrollar serios problemas de comportamiento si son acosados con demasiada frecuencia. Las dificultades pueden llegar a ser tan graves que incluso un perro de carácter fuerte en algún momento se asustará o se volverá agresivo.
Muchas variaciones que desequilibran a los perros
Por supuesto, todas las formas de perros molestos tienen un efecto particularmente drástico y duradero en los cachorros. Pero incluso los perros mayores pueden sufrir cambios de carácter a largo plazo a través del acoso constante. El ruido de una aspiradora, por ejemplo, o el traqueteo de un palo a lo largo de una cerca, puede provocar inicialmente reacciones supuestamente "divertidas" en el perro. Pero estas acciones pueden provocar un comportamiento de pánico, deterioro de la autoestima y un cambio de temperamento. Las acciones directas como tirar de la cola, empujar o volcar conducen a reacciones incontrolables, a menudo agresivas.
Si su perro se irrita por la sugerencia de arrojar u ocultar su juguete y la acción correspondiente no se resuelve de manera positiva, frustrará a su amigo de cuatro patas. Al final, todas las acciones mencionadas pueden tener como resultado que la confianza de su perro en las personas se vea interrumpida permanentemente. El resultado puede ser un comportamiento hiperactivo, descontrolado o incluso mordeduras.
Paso a paso, destete a los niños de estar enojados
Los niños a veces tienen el hábito de amar al perro por completo en su círculo familiar, pero aún así lo molestan y provocan con deleite. Esto no está mal intencionado, simplemente aún no son conscientes de las consecuencias de sus acciones. Con consecuencias nefastas: aunque muchos perros reaccionan de manera extremadamente tolerante con los niños demasiado temperamentales, los pequeños sufren repetidamente lesiones por mordeduras. Enseñar al niño a tratar a los perros de manera amistosa y respetuosa protege y aumenta la seguridad de sus seres queridos.
Paso 1:
Separe al niño y al perro de inmediato si su descendencia comienza a molestar o lastimar a su amigo de cuatro patas. Lleve a su perro a una habitación adicional o al jardín. Explíquele a su hijo que es peligroso irritar o causar dolor a los perros. Enfatice que los perros no son animales de peluche, que deben ser tratados con cuidado y respeto. Anuncie que su hijo ya no podrá jugar con el perro a menos que sea más amable con él.
Paso 2:
Enséñele a su hijo que, al igual que los humanos, los animales sienten y sienten dolor cuando son acosados. Pregúntele a su hijo cómo se sentiría si esto o aquello lo empujara o pellizcara. Felicite a su hijo si muestra respuestas empáticas a sus preguntas y explicaciones.
Paso 3:
Asegúrese de que su hijo ya no esté solo con el perro. Esto se aplica incluso al momento más pequeño. Supervise cuidadosamente las interacciones hasta que su hijo haya aprendido a no molestar ni herir más a su amigo peludo. Si continúa observando tal comportamiento, creará más descansos en los que el niño y el perro estarán separados. Explique, por ejemplo, que debido a una acción, su hijo ya no puede jugar con el perro durante el resto del día.
Paso 4:
Enséñele a su hijo a entender el lenguaje corporal de su amigo de cuatro patas. Preste atención a las señales que indican que a su perro no le gusta el comportamiento humano. Por ejemplo, gruñir, levantar los labios, levantar la cola o pararse muy rígido y quieto. Advierta contra el contacto visual directo con tales señales. En cambio, su hijo debe alejarse lentamente del animal.
Hágale saber a su hijo que nunca debe perseguir o perseguir al perro cuando se está alejando de él. Advierte a tu hijo de situaciones en las que no debe acercarse demasiado al perro, acariciarlo o jugar con él. Por ejemplo, cuando el amigo de cuatro patas come, duerme, cuida a sus cachorros o muerde un hueso o un juguete.
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